Dos momentos que fueron clave en el desarrollo de la solución a un problema generalizado. Una vez la tienes, ¡compártela, habla de ella a todo el mundo!

 

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Mi nombre es Richard Balet y soy el CEO y fundador de Sinnaps, un software online para la gestión de proyectos profesionales.

Empecé mi carrera profesional diseñando y desarrollando productos para empresas de gran tamaño. Trabajando en equipos grandes, donde la eficiencia se convierte en un factor clave. Así, poco a poco me convertí en un «diseñador de procesos» y pasé varios años asesorando y diseñando procesos de innovación industrial. La mejor vía para aumentar su productividad y facturación trabajando menos y ganando más.

Cuando has pasado por un par de empresas empiezas a detectar ciertos patrones de comportamiento. Ésta es la parte fácil. Lo difícil es saber qué hacer con ellos y cómo trabajar con algo tan abstracto como es un proceso profesional o cómo gestionar equipos de trabajo. Ahí empieza el problema. Nunca encontré una herramienta que fuera capaz de adaptarse a las diferentes casuísticas originadas por un mismo problema.

 

Primer ¡aha moment!

Al final, la mayoría de los proyectos fallidos se dan debido a un problema de coordinación, expectativas o recursos. Mientras, el enorme mercado de herramientas de gestión de proyectos iba por otro camino. Centrados en las herramientas ágiles y en resolver problemas de comunicación a través de chats y gestión de tareas. Todo eso va muy bien, pero en las empresas es necesario plantear estimaciones y planificar de forma constante, tantas veces como sea necesario.

Cada software que investigaba, terminaba siendo una aventura intransitable, una cuesta arriba hacia una utopía. ¿Cómo explicar un funcionamiento tan complejo que además era incapaz de resolver todas las necesidades de mis clientes? Era un auténtico imposible y afortunadamente, esto es lo que hace tan necesaria la consultoría. Un trabajo muy interesante y enriquecedor.

Sin embargo, la tarea de presupuestar proyectos me resultaba muy odiosa.  Los problemas eran los mismos pero cada empresa era diferente y eso me obligaba a planificar cada intervención de manera específica. Fue diseñando un proceso bastante complejo que lidiaba con múltiples familias de productos, precios y funcionalidades cuando tuve ese primer ¡aha moment! Allá por 2013, había descubierto una forma de parametrizar casuísticas y asignar actividades a cada casuística! Gracias a ella podría presupuestar mi trabajo a mis clientes de forma inmediata y ahorrarme muchas horas. Fue como un adicto al póker que acaba de descubrí El método pobre de mí. La idea era muy sencilla y ése era su gran peligro. Pensé: «Seguro que esto lo puedo automatizar, hacer una pequeña app que me permita presupuestar en cuestión de minutos en lugar de horas. ¡Aha

Contraté a unos programadores freelance y me puse a ello. No debería costarme mucho dinero y se trataba de una herramienta exclusiva para mí por lo que tampoco requeriría mucho esfuerzo. A las pocas semanas y tras pocos sprints, ya tenía un prototipo y aquello empezó a gustarme demasiado 🙂 Tras compartirlo con algunos colegas y contarle con orgullo mi hazaña a todo el mundo, la cosa empezó a crecer…

 

Segundo ¡aha moment!

Al poco tiempo, tuve mi segundo ¡aha moment! Me dije: «bueno, si le hago unos pequeños cambios, la puedo usar para planificar cualquier proyecto y así puedo usarla para planificar mis propios proyectos». Como diseñador industrial había aprendido que las ideas por si sólas, no valen gran cosa. La mejor forma de desarrollar una idea es compartirla. Así que empecé a mostrar mi herramienta, a la que bauticé como Ulises. Hablé con mis clientes y mi gran sorpresa fue que lejos de reírse, se interesaron y mucho.

Siguiente paso: decidí subcontratar una empresa de desarrollo de software para continuar haciendo mejoras en Ulises. Mientras, seguía con mi trabajo como consultor en paralelo pero éste me resultaba cada vez mas tedioso. ¡Había nacido algo dentro de mí que prometía seguir creciendo!

Especializada en renderizar y calcular flujos de trabajo, resultaba una herramienta fantástica para planificar. Con el tiempo y la aceptación de algunos de mis clientes, Sinnaps se fue convirtiendo sin darme cuenta ni buscarlo, en una herramienta de gestión de proyectos fantástica, que había generado mucho interés comercial sin dedicar mucho esfuerzo. Fue entonces cuando decidí  rebautizar a Ulises por Sinnaps.

 

Empezamos siendo dos en un despacho

La idea era crear un software potente, pero muy sencillo y fácil de usar.  En mi mente era tan fácil como convertirlo en algo sencillo, listo para ser usado. En enero de 2015, contraté a un ingeniero informático, un despacho y me puse manos a la obra.

Así nació Sinnaps. Pura necesidad para optimizar fácilmente la gestión de proyectos complejos. Al final, fueron mis propios clientes y mi experiencia en empresas como Philips o Roca, lo que me hizo reflexionar a cerca de las necesidades no resueltas de mi clientes. Gracias a todos ellos, supe que algo tenía que pasar en la gestión online de proyectos.

Hacía tiempo que las herramientas de gestión no evolucionaban, había muchas pero la mayoría de ellas no gestionaban proyectos sino tareas y eso abría un hueco enorme en el mercado. Hacía falta una bocanada de aire fresco. Por eso agradezco a todos los clientes y empresas con los que charlé, investigué y a los que pregunté o trabajaron conmigo en el proyecto inicial. Sólo a través de un diálogo acompañado con una buena taza de café, supe conocerles mejor. Pero cuidado, porque como dijo en su día Henry Ford «si hubiera preguntado a mis clientes qué es lo que necesitaban, me hubieran dicho que un caballo más rápido».

 

La clave principal: no saber que algo es imposible cuando empiezas a hacerlo.

 

 

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