Desde software demasiado denso, hasta potentes herramientas de planificación online de fácil uso.

 

 

Empezar a hablar sin más del comienzo de la planificación en nuestra historia puede resultar un tanto impreciso y caótico. Desde que el hombre es hombre siempre ha estado rodeado de proyectos en los que debía aplicar el ingenio para mejorar su productividad. Se podría decir que nuestro cerebro es la primera herramienta para planificar de la historia. Por eso, vamos a ver, en líneas generales, la evolución de las herramientas para planificar nuestro día a día y lograr así optimizar nuestros recursos.

Desde que las pirámides de Egipto comenzaran a utilizar diferentes recursos, relaciones complejas de ingeniería, esfuerzo y mucho empeño, la gestión de proyectos comenzó a tomar una tónica más profesional.

En este punto, comenzamos a aplicar técnicas para la gestión de proyectos y no de tareas. Es decir, un listado de actividades por hacer junto con los responsables de cada una de ellas, no es gestionar proyectos. Por ello, es importante aclarar la diferencia entre aplicaciones que gestionan tareas y herramientas de gestión de proyectos potentes, que tienen en cuenta todo lo que conlleva un proyecto profesional.

La planificación y gestión de nuestro trabajo siempre ha estado ligado a la historia de la maquinaria. Obvio. Durante varios siglos, la innovación buscaba prolongar de alguna manera la mano del hombre. Luego pasamos a la producción masiva, la cual requería maquinaria industrial en busca de la optimización de procesos.

La productividad laboral comenzó a subirse al pedestal más alto. Muchas empresas empezaron a desarrollar departamentos de innovación para mejorar sus procesos industriales, lo que les daría una mayor rentabilidad y mejores márgenes. Ahí estaba la clave del éxito. Ejemplo de esta revolución industrial, son las numerosas teorías de finales del siglo XIX sobre técnicas productivas con las que rentabilizar nuestros recursos.

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Fue entonces cuando se empezaron a plasmar métodos orientados a alcanzar unos objetivos concretos. Las planificaciones de proyectos o procesos industriales ya se realizaban de manera consciente por varios motivos principales:

 

— Priorización de actividades

— Identificación de recursos necesarios

— Detección y gestión de posibles riesgos

— Toma de decisiones eficaces

— Coordinación de equipo de trabajo

— Seguimiento y control

— Optimización de recursos

— Optimización de procesos productivos

 

En este contexto y sin olvidarnos de precursores como Joseph Priestley en 1765 o William Playfair en 1786, los ingenieros Henry Gantt y el polaco Karol Adamiecki, comenzaron a publicar artículos en los que explicaban qué era eso de un diagrama de barras,  más tarde popularizado como Diagrama de Gantt.

Pero no fue hasta hace tan sólo medio siglo cuando la Armada de los Estados Unidos desarrolló las técnicas PERT. A partir de entonces, es cuando comenzamos a crear verdaderas herramientas para planificar y gestionar proyectos complejos, aunque sólo accesibles en círculos de la Administración estadounidense o ciertas grandes e influentes empresas.

Curioso. ¿Por qué tardamos tanto en crear técnicas adecuadas para una planificación profesional? ¿Acaso las pirámides de Egipto no se basaban en una construcción compleja? En este post, disfrutaréis de más detalles sobre la curiosa historia de la técnica PERT, muy relacionada con la posterior CPM.

Durante las últimas décadas se han desarrollado software portente pero incapaz de resolver muchas de las situaciones reales de los proyectos. La gestión de la incertidumbre, por ejemplo, era impensable. Lo que se planificaba debía llevarse a cabo, sin poder cambiar apenas nada durante el desarrollo del proyecto.

Sin embargo, la revolución de las aplicaciones online, enmarcada en el contexto de la transformación digital ayudó a la tecnología a hacernos la vida más fácil. De ahí, que comenzara la proliferación de apps para gestionar tareas diarias desde el cloud, pero no para gestionar recursos y planificar proyectos complejos.

Afortunadamente, a día de hoy ya podemos encontrar aplicaciones que simplifican técnicas profesionales de gestión de proyectos para dejar al alcance de todos, una tecnología potente y fácil de utilizar. Es el ejemplo de Sinnaps. Estas apps para planificar, pueden llevar apenas 10 minutos comenzar a usarlas. Una vez, realizamos una adecuada planificación de actividades, el seguimiento y la gestión de modificaciones dentro del plan, será un paso muy fácil de hacer, a la par que efectivo.

Por ello, conviene que sepas las actuales posibilidades que te puedes encontrar en el actual mercado, para mejorar enormemente tu productividad sin coste alguno.

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